Los implantes dentales son una opción idónea para afrontar la pérdida de uno o varios dientes. La mejora de la calidad de vida para el paciente es notoria es aspectos no solo estéticos, sino también funcionales y en cuanto a calidad de vida.
A continuación, te contamos cuatro de las ventajas que tienen los implantes dentales frente a otras opciones como las dentaduras postizas (prótesis removibles).
Son duraderos
Por su durabilidad y su resistencia, implantes dentales son una buena inversión a largo plazo. Si se siguen los cuidados que requieren los implantes dentales, en algunos casos pueden llegar a durar toda la vida. Exigen los mismos que los dientes naturales, por lo que es indispensable mantener una higiene adecuada.
Los implantes dentales no interfieren de ninguna manera en la rutina diaria. Tampoco deben quitarse por la noche, como sí que ocurre con las dentaduras postizas. En contraposición, ofrecen mucha mayor comodidad y son más estables.
Obtienes una sonrisa natural
Una vez finaliza la osteointegración colocamos la prótesis definitiva. Su apariencia es idéntica a los de los dientes naturales, ya que las coronas que se colocan tienen una gran variedad de tonos que se equiparan a los de los dientes naturales. Por tanto, la diferencia no es perceptible al compararlas con los dientes naturales que ya hay en la boca del paciente.
Además, los implantes permiten conservar la misma sensación de masticación o habla, sin llegar a notarse que se lleva una prótesis o un implante. Todo esto mejorará la confianza del paciente en sí mismo, ya que los implantes ayudan a solucionar tanto problemas estéticos como funcionales.
Permiten mantener una buena higiene
A diferencia de lo que suele pasar con las dentaduras postizas, un implante dental no tiene que ser extraído para limpiarlo, lo que ahorra tiempo y facilita la higiene bucodental.
Los implantes dentales deben ser tratados como si fuesen dientes naturales, por lo que es recomendable aplicar pasta fluorada, usar hilo dental y enjuague bucal.
Evitan la pérdida ósea
La pérdida ósea ocurre cuando, tras perder una pieza dental, el alveolo permanece vacío durante un periodo de tiempo prolongado. Es entonces cuando el hueso comienza a reabsorberse y las piezas dentales tienden a desplazarse.
La funcionalidad de la dentadura comienza a mermarse, los dientes se apiñan y se acumula la placa dental con mayor facilidad, favoreciendo patologías como la periodontitis.
Este problema, que puede tener consecuencias mucho más graves, puede prevenirse con los implantes dentales. Estos ayudan a conservar el hueso, ya que el implante funciona como una raíz artificial del diente.
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